sábado, 27 de octubre de 2012

Qué se siente al avanzar. Sólo un objetivo

Sólo un existe un objetivo, y ese objetivo es avanzar, siempre hacia adelante. No eres capaz de medir cuánto falta, sólo debes saber que ese es el camino correcto. Si no estás seguro, tan sólo debes parar y preguntar. La gente está allí para ayudarte. Nos sentimos más dichosos ayudando que pidiendo ayuda.
Me traslado mentalmente a la etapa 11, Montpellier-Avignon. Recuerdo haber salido un día nubloso, algo ventoso. Un pinchazo es todo lo que no esperas, pero tenemos comprobado que tenemos muchos a lo largo de nuestra vida. Sólo hay que parar, analizar el problema y solucionarlo. Ese día a mi me costo más de una hora. Quizás pensáis que soy torpe, o no nací para arreglar pinchazos. Pero lo que aprendí ese día es que debemos estar abiertos a todos los recursos que tenemos a nuestro alcance, y os lo aseguro, son muchos. Os contaré la situación. Sentado en una gasolinera había pinchazo por 3º vez en menos de 24 horas. Para añadir más dramatismo a la escena, había comprado una cámara en una tienda de Montpellier. Sólo disponía de ella.

Perfecto, hasta aquí todo normal. La cosa se complicó después de los 15 minutos que me costaba sacar la cubierta de la llanta, y es que esa cubierta no era normal.Al lograrlo, me di cuenta al sacar la nueva cámara que era ...¡de otro tamaño!. No sólo el diámetro transversal, que aún podía caber, sino la rosca. La rosca no cabía por el agujero de la llanta. Justo en ese momento de desesperación vino Joseph, un gitano corpulento afincado en Francia. Después de verme 15 minutos en el mismo sitio, vino con su furgoneta y me ofreció ayuda, así que yo mientras intentaba poner un parche de mala calidad a la cámara pinchada, Joseph agrandaba el agujero de la llanta para hacer que cupiera la nueva Cámara. Todo perfecto. Una vez el agujero era suficientemente grande, yo justo pegaba el parche y parecía que funcionaba.  Por suerte funcionó esta segunda opción, porque la cámara de rosca grande no cabía en la cubierta. Después de arreglar todo, tras más de una hora (el tiempo era vital para no tener que pedalear en la noche), me di cuenta que cerca de donde me había parado, había un supermercado, en el cual vendían cámaras. De aquí aprendí que todos los problemas se pueden resolver, sólo o con ayuda. Sólo debemos detenernos y analizar alrededor, sin dejar que cunda el pánico. Desde aquí gracias a Joseph, más que por su apoyo técnico, por su apoyo personal. 

Las horas pasan y los kilómetros suceden, y nunca llegas a ver el final. El viento sopla, y tan sólo tienes que aceptarlo y seguir. Seguir. Vas haciendo bromas con todo lo que te rodea. Un campo de "almendros" talado  al completo, me hizo pensar que fue obra de un vasco que quiso calentarse un vaso de leche esa misma mañana. Esa broma me mantuvo con la risa durante un tiempo.
Todo cambia cuando ves la señal de Avignon. En ese momento ves que tu esfuerzo empedernido tiene sus frutos. Que el viento se puede vencer siendo constante. Que en este viaje estaba fortaleciendo mi disciplina. Aprendí también que la gente que pudo intentar ofender en la prensa, no eran más que esclavos de la propia envidia, de la propia cobardía que les hace pensar que su vida carece de sentido. Aprendí que debía compadecerme de ellos, aunque antes tuve que devolverles sus palabras. Quizás me hirieron en su debido momento. 


Llegada a la desembocadura del Rhone. El paisaje mejora sustancialmente. El sol se va despidiendo. Llego a una ciudad amurallada: Avignon. Una interrupción en su muralla me sirve de entrada. Objetivo: buscar donde dormir, con la alternativa de acampar si no encuentro nada. Busco un lugar donde conectarme a internet. Eran las 20:00. Lo encuentro y me llevo la gran sorpresa de que han respondido a mi solicitud de ese mismo día alojarme en casa de un voluntario (CouchSurfing). Busco la dirección y me dirijo allí escopeteado. La alegría invade mi cuerpo, y más cuando mis anfitriones son una joven pareja de 21 años que se acaba de instalar en Avignon: Mathieu y Elsa. Increíble hospitalidad. Pudimos cenar juntos. Yo les ofrecí lo que quedaba de mi queso semicurado que me compró Ángel en Portbou, y ellos me ofrecieron gambas, judías verdes y un trozo de carne. Dormí contento. Un día más. Había avanzado 102 km y seguía vivo y optimista, que no es poco.























PD: Gran intervención arquitectónica en la muralla de Avignon. Espacio dedicado a un artista.

7 comentarios:

  1. Nos alegramos un montón desde Portbou por tus hazañas y por haber conseguido llegar a tu destino. Un abrazo de la familia Rico.

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    1. Decirle a Angel que muchisimas gracias por el Queso, consiguió distraerme en mis momentos más bajos (comer era una distracción más que una necesidad, por eso adelgacé casi 4 Kg). Decirle a René que gracias por sus consejos para mi rodilla. Estiré siempre que comenzaba y paraba, y así se me curó. En las últimas jornadas me daba como calambre en la rodilla, pero en el tendón trasero, y me la inutilizaba en los últimos kilómetros. Menos mal que la otra supo sustituirla. Gracias por el trato en Portbou. Un beso mio y de la familia Martinez Rodríguez

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  2. Qué de anecdotas eh? Jajaja!! Es lo que tienen tantos kilometro bichooo!!! Ahora mucha suerte en Amsterdam y espero que encuentres todo lo que buscas y necesitas!! Un abrazo de la familia Meléndez!! ;)

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    1. Gracias vecinos del 23! jaja. El mismo éxito para vosotros.

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  3. héhé gracias por el queso ^^! Fue muy agradable conocerte !!
    Enjoy Amsterdam, wish you luck and good things there

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  4. It's my pleasure to know you. So nice couple!

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